viernes, mayo 31, 2013

Recuerdo unas manos,
eran útiles y agraciadas,
eran plumas que acariciaban nubes

Había una casa, una familia,
el techo era firme, 
no escribía poesía.

Después vino el saber, la queja
la utopía letrada,
las luchas insoportables,
la grandeza de la ciudad.

Una catástrofe el tiempo:
la casa un engrudo de polvo
la utopía un engaño
las demandas canalladas.

Y resistir:
al viento
a los mares revueltos
a la tierra helada
a las manzanas 
inventando fuegos
habitando cuevas, piedras, agujeros.

Y vomitar y orinar el pasto,
y no recordar dónde dejé las manos.

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