miércoles, septiembre 26, 2012

Pasando (de a pasos)

A veces un solo hecho nos hace dar cuenta de los pocos minutos que realmente vivimos durante el día. Y de cómo esos pocos minutos pueden resignificar toda nuestra experiencia ("la vida es eterna en cinco minutos" cantaba Jara). Mis cinco minutos de hoy se resumen a un viaje en metro y un sonido.
Iba caminando sola hacia el andén por debajo de Avenida de Mayo, estación Lima. Si hay una línea que tiene magia, es la línea A. Iba mirando los cómics estampados y cada una de las venecitas de pálidos colores que cubrían las paredes. Iba sola, nadie caminaba ni delante mío, ni detrás, nada visible al menos. La situación me daba cierto temor, el túnel, la no compañía, tenía ese estado en que presentimos que algo importante pronto irá a ocurrir. Adrenalina, le digo yo. Seguro hay palabras mejores.
Y de golpe, un malón de gente. Ahora sí no hay mejor palabra para describir a la multitud de seres humanos que caminaban serios, erguidos, apurados, y todos me miraban. Todos. Yo iba sola, de frente a todos ellos que recién bajaban del metro, e iba a chocarlos. Una escena similar a la del video de The Verve, pero con la diferencia de que yo caminaba completamente sola. 
Tengo que reconocer que tuve un poco de miedo, las multitudes nunca me gustaron, no soy un ser de masas. Y eran muchas miradas fuertes: los ojos delineados de negro de la chica de traje de oficina y tacos, el músico que llevaba su guitarra y me miraba de reojo agachando levemente la cabeza, el hombre mayor de mirada seria y pelo blanco, la vendedora ambulante y sus mercaderías, que afirmaba su paso con rudeza. Era inesquivable, ineludible, era como el iceberg del Titanic, un acontecimiento, una trompada de frente. Cerré los ojos. Fue como zambullirme por debajo de una ola a punto de romper. Ya sentía cómo la espuma regurgitaba por encima mío, cuando escuché un sonido. Una música hermosa. Era un violín que provenía desde el final del recorrido, y a medida que la gente me atravesaba (o yo atravesaba a la gente), el sonido se hacía cada vez más fuerte y claro, hasta que sólo escuchaba el violín. La melodía me tenía atrapada, y cuando finalmente abordé el andén, recordé (reviví), qué es el Amor.
Un ex combatiente vestido con su característico traje cargo tocaba aquel violín, y yo sentía que tocaba para mi. El (me) sanó y talló mi camino hacia él, de la misma manera que con cada nota sanaba su ser. Lo miré a los ojos emocionada y le di las gracias. También todo el dinero que traía encima en los bolsillos de mi saco y cartera. De golpe sentí una vergüenza sincera, como si mi alma estuviera ahí expuesta, me sentí desnuda. Seguí caminando, y él comenzó a llamarme casi a gritos: 
"-¡Señorita! ¡Yo saqué hoy el violín de su estuche! ¡Venga a escuchar cómo lo hago sonar para Usted!"
Yo no me di vuelta y seguí hasta el final del andén. Algo dentro mío vibraba y amaba y reconocía que debía seguir caminando, sin mirar hacia atrás.

martes, septiembre 25, 2012

el lobo

Y se encontró con la luna, y se iluminó aquel desierto de hielo.
Una loba blanca iba con ella, guardiana, desafiante.
-No puedo tocarte. No debo tocarte. No puedo acercarme con palabras. Tengo que vivir con el misterio.
Se acerca un hombre. No entiende. Le pregunta:
-¿Qué es el misterio?
- Es lo que no es.
-¿Y cómo se puede vivir con lo que no es? (no entiende).
-Zambulléndose de pleno en él.
-¿Usted piensa resolver el misterio? (sigue sin entender, pero duda).
-Nunca. Sólo los locos revelan los misterios.

lunes, septiembre 10, 2012

Escritos de luna(ticos)

La Tierra y la Luna - Auguste Rodin (1906)


Me prometo para algún día este mismo silencio, yo nos prometo lo que aprendí ahora. Sólo que para nosotros tendrá que ser de noche, pues somos seres húmedos y salados, somos seres del agua del mar y de lágrimas. Será también con los ojos enteramente abiertos de las cucarachas, pero sólo que será de noche, pues soy animal de grandes profundidades húmedas, no conozco el polvo de las cisternas secas, y la superficie de una roca no es mi hogar.
Somos criaturas que necesitan sumergirse en las profundidades para allí respirar, como el pez se sumerge en el agua para respirar, pero mis profundidades están en el aire de la noche. La noche es nuestro estado latente. Y es tan húmeda que nacen plantas... en la noche la ansiedad suave se transmite a través del hueco del aire, el vacío es un medio de transporte.Sí, para nosotros no será el amor en el desierto diurno. Somos los que nadan, el aire de la noche es encharcado y dulce, y nosotros somos salados, pues sudar es nuestra exhalación. Hace mucho tiempo fui diseñada contigo en una caverna, y contigo nadé en sus profundidades oscuras hasta hoy, nadé con mis innumerables cilios - yo era el petróleo que recién hoy brotó. Sonámbula como el petróleo que finalmente brota.
Juro que así es el amor. Lo sé, sólo porque estuve allí sentada y lo fui conociendo. Solamente a la luz de la cucaracha sé que todo lo que nosotros dos tuvimos antes ya era amor. Fue necesario que la cucaracha me doliera tanto como si me arrancasen las uñas - y entonces no soporté más la tortura y estoy confesando, estoy delatando. No soporté más y estoy confesando que ya sabía una verdad que nunca tuvo utilidad y aplicación, y que tendría miedo de aplicar, pues no soy lo bastante adulta para saber usar una verdad sin destruirme.
Si pudieras saber a través de mí, sin antes tener que ser torturado, sin antes tener que ser desmembrado por la puerta de un armario, sin que antes te rompan tus envoltorios de miedo que con el tiempo se fueron secando y volviéndose envoltorios de piedra, así como los míos tuvieron que ser rotos con la fuerza de una tenaza para que yo pudiera llegar al tierno neutro mío...Cuando una persona es el propio núcleo, ella no tiene más divergencias. Entonces ella es la solemnidad de sí misma, y no tiene más miedo de consumirse al servir al ritual consumidor - el ritual es el propio procesarse de la vida del núcleo, el ritual no es exterior a él: el ritual es inherente a sí mismo. La cucaracha tiene su ritual en su célula. El ritual - cree en mí porque pienso que estoy aprendiendo- el ritual es la marca de Dios. Y cada hijo ya nace con el mismo ritual.

Clarice Lispector, La pasión según G.H.