miércoles, abril 30, 2014

camino a oscuras
por el laberinto
del sueño y
le pregunto al canto
por el olor
a ancestro
tallado y
moribundo

lunes, abril 28, 2014

nombrar la belleza

     como habitar los espejos
      
              contemplar sus manos   
               

viernes, abril 25, 2014

como no existe una palabra
que extirpe las amígdalas
le ruego a mis defensas
que no bajen todas juntas
que todavía me habita
un cuerpo inútil
e indefendible

miércoles, abril 23, 2014

en esa mirada
que junta las hojas
o en unas manos
cosiendo botones
o con la boca
que degusta
el vino y el queso
se traza la línea
se dibuja el paisaje
se recompone el espejo

martes, abril 22, 2014

voy a mandarle una carta a la Supervielle agradeciéndole por haberme salvado tantas veces

domingo, abril 20, 2014

miércoles, abril 16, 2014

perderse una vez
en otro país
en una tarde porteña
en las calles de la infancia

perderse a veces
entre el follaje
en el fondo marino
en la brisa de la mañana

perderse como en Tokyo
en el diálogo inacabable
en la cotidianidad abrumadora
en la imposibilidad de decir

encontrarse un día
en un plexo vibrante
en el roce casual 
de esa mano 
que pasa

lunes, abril 14, 2014

que ví detrás de mí
tus zapatillas azules
empapadas en san telmo

que tengo una habitación
con una cama y una lámpara
en el sótano de un bar

que sí
que quiero 
que me seques con esa toalla blanca
que me cansé de correr 
sobre adoquines viejos
las mañanas del otoño 
delatan su propósito cósmico

en las veredas de la ciudad
el viento hace el amor con las hojas

miércoles, abril 09, 2014

confesión



                          

                                              una piedra 
                                        erosiona 
                                                    mis manos 

lunes, abril 07, 2014

La carta - Henri Michaux

Les escribo desde un país que una vez fue claro. Les escribo desde el país del abrigo y de la sombra. Vivimos aquí desde hace unos años, vivimos en la Torre de la bandera a media asta. Oh! Verano. Verano envenenado! Y desde entonces es siempre el mismo día, el día del recuerdo incrustado...

El pez capturado piensa en el agua tanto como puede. Tanto como puede, ¿no es eso natural? En la cima de una pendiente, se recibe un golpe de pica. Enseguida toda una vida cambia. Un instante hunde la puerta del Templo.

Nos consultamos entre nosotros. No sabemos más nada. Nadie sabe más que el otro. Este está angustiado. Aquel, confuso. Todos están desamparados. No hay más calma. La sabiduría no dura más que el tiempo de una inspiración. Dime. ¿Quién habiendo recibido tres flechas en la mejilla se presentará con aire despejado?

La muerte tomó a unos. La prisión, el exilio, el hambre, la miseria se encargó de los otros. Grandes espadas escalofriantes nos atravesaron, lo abyecto y lo solapado nos traspasaron después.

¿Quién sobre nuestro suelo recibe aún el beso de la alegría hasta el fondo del corazón?

La unión del yo y el vino es un poema. La unión del yo y la mujer es un poema. La unión del cielo y de la tierra es un poema, pero el poema que hemos escuchado paralizó nuestro entendimiento.

Nuestro canto, en la pena demasiado grande, no ha podido ser proferido. El arte en busca del jade se detiene. Las nubes pasan, las nubes de contorno de rocas, las nubes contorno de duraznos  y nosotros, tal como las nubes, pasamos llenos de los vanos poderes del dolor.

No se ama más el día. Aúlla. No se ama más la noche, atormentada de preocupaciones. Mil voces para hundirse. Ninguna voz para apoyarse. Nuestra piel se cansa de nuestro pálido rostro.

El acontecimiento es grande. La noche también es grande, ¿pero qué puede ella? Mil astros de la noche no iluminan ni un solo lecho. Los que sabían no saben más. Saltan con el tren, ruedan con la rueda.

¿Mantenerse uno en sí mismo? ¡Ni lo sueñen! La casa solitaria no existe en la isla de los loros. En la caída se mostró la vileza. El puro no es puro. Muestra su obstinación, su rencor. Algunos se manifiestan en los aullidos. Otros se manifiestan en lo esquivo. Pero la grandeza no se manifiesta.

El ardor en secreto, el adiós a la verdad, el silencio de la baldosa, el grito del apuñalado, la conjunción del reposo helado y de los sentimientos que queman ha sido nuestra conjunción y el camino del perro perplejo, nuestro camino.

Nosotros no nos reconocimos en el silencio, no nos reconocimos en los alaridos, ni en nuestras cuevas, ni en los gestos de los extranjeros. A nuestro alrededor el campo está indiferente y el cielo sin intenciones.

Nosotros nos hemos mirado en el espejo de la muerte. Nos hemos mirado en el espejo del sello insultado, de la sangre que fluye, del impulso decapitado, en el espejo carbonizado de las injurias.

Nosotros hemos regresado a las fuentes glaucas.

                                                                                                                             extraído de “Laberintos”

viernes, abril 04, 2014

                                                                                                              le paradis n'est pas artificiel
                                                                                                                   Hugo Gola

un labio
es un barco
  que navega el mundo


tus labios
juntos

separados 

beben 
el mar