y en el banco
del fondo de mi casa
hay una plaza, donde
los niños juegan,
sobre todo, juegan dos,
que son como hermanos,
juegan a que se trepan y
se caen
y las mariposas se posan en
los cactus
y de golpe siempre es
primavera,
en esa plaza que
queda al fondo
en el fondo, de mi casa.
"Luego, conteniendo la respiración, agucé el oído. Intenté escuchar una voz tenue que debía de estar allí. Al otro lado del chapoteo del agua, de la música, de las risas de la gente, mi oído captó un débil y mudo eco. Una persona llamaba a otra persona. Una persona buscaba a otra persona. Una voz que no llegaba a ser voz.
Con palabras que aún no eran palabras".
H. Murakami, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.
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