Se conocieron casi por casualidad.
Él quería probarse a sí
mismo - todavía podía desear.
Ella quería probarse a sí misma - todavía
podía gustar.
Los dos se juntaron. Ella media arisca- media ella-, se dejó tocar. Él no quería que le hablen – podrían confundirlo (una mujer podría volverlo loco).
El tiempo pasó. Los encuentros fallaban uno tras otro, sin
ningún sentido. Un día él se decidió y la invitó a pasar por su casa. Ella pasó, llegó y golpeó. Golpeó 3 veces. Antes de atender a su llamado,
él contó 100 baldosas, se pasó la mano por el pelo 15 veces, giró su pie sobre su eje unas 30 veces, se apretó las rodillas con sus manos
unas 8 veces, se olió las axilas 10
veces más, se alisó la remera 7 veces, ensayó
su mejor sonrisa 5 veces. Pero ella… ella sólo sabía de ganas. Esperar parada
tanto tiempo en la puerta finalmente la
cansó. Él no podía tocarla (él no podía), ella no podía dejarse tocar (ella no
podía).
TocTocToc
1 2 3
TocTocToc.
Fue un amor soñado.
Fue un amor que no murió.
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