domingo, julio 14, 2013

Uno de mis vecinos me trae 
todas las tardes un manojo de pestañas.
El vecino se pone feliz si le convido
un té con miel y menta, y le cuento
las noticias del día:
las garrapiñadas de la estación Lima
ya no son lo que eran,
los trenes funcionan sin horarios,
en la cuadra construyen el primer edificio,
el puesto de usados cerró esta semana.
Mientras él sonríe con mi paseo
yo no me pregunto:
si los anteojos están sucios,
por qué cuelgan los cuadros,
o si la calle está resbalosa 
para salir a andar en bicicleta.

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