Yo la miraba y le explicaba atormentada que no podía:
-No puedo escribir. Le pido mil disculpas, pero no voy a poder rendir el examen.
Ella me miraba, desaprobándome. Seguro pensaba "bueno, jodéte". Yo no sabía cómo explicarle lo que me pasaba, ¡es que no tenía palabras! Con un gran esfuerzo logré balbucear:
-Es que no puedo escribir, no me salen las palabras... porque yo tengo olfato, y lo que sé no puedo decirlo.
Ella cambiaba su expresión, sus facciones se suavizaban, sus ojos se iban abriendo... parecía por fin comprender. Luego de una pausa, ella dice:
-Yo te voy a ayudar. Vamos juntas a tu casa.
Y felices íbamos de la mano a tomar el subte.
Y yo me despierto.
-No puedo escribir. Le pido mil disculpas, pero no voy a poder rendir el examen.
Ella me miraba, desaprobándome. Seguro pensaba "bueno, jodéte". Yo no sabía cómo explicarle lo que me pasaba, ¡es que no tenía palabras! Con un gran esfuerzo logré balbucear:
-Es que no puedo escribir, no me salen las palabras... porque yo tengo olfato, y lo que sé no puedo decirlo.
Ella cambiaba su expresión, sus facciones se suavizaban, sus ojos se iban abriendo... parecía por fin comprender. Luego de una pausa, ella dice:
-Yo te voy a ayudar. Vamos juntas a tu casa.
Y felices íbamos de la mano a tomar el subte.
Y yo me despierto.
hermoso el sueño desesperante de las no-palabras
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